jueves, 6 de febrero de 2014

MANOS UNIDAS - 09.02.2014

Queridos hermanos y hermanas:
Nuevamente, se acerca el segundo domingo de febrero, y con él un nuevo inicio de la Campaña de Manos Unidas. Cincuenta y cinco campañas a favor de los hermanos más necesitados de los países del sur. Cincuenta y cinco años en los que Manos Unidas ha contribuido, con sus proyectos, a construir un mundo nuevo y una sociedad mejor. Una vez más, Manos Unidas se siente corresponsable en el servicio para fomentar un compromiso mundial con el desarrollo, teniendo en cuenta el lema elegido para esta año: “Un mundo nuevo, un proyecto común”.
Nuestro trabajo nace no sólo desde el compromiso social, sino, sobre todo, de nuestro encuentro con Cristo, Señor de la Vida y de la Historia, que nos invita a estar atentos para escuchar el grito de los hermanos que más lo necesitan, sin mirar lengua, color, ideología o religión. Manos Unidas nos invita a ser sensibles y solidarios – a pesar de nuestras dificultades en medio de la crisis actual–, con aquellos pueblos, hombres, mujeres y niños que nunca han tenido, ni tienen, unas condiciones favorables para el desarrollo armónico de su existencia.
Se pueden aducir diversas razones para no acoger esa llamada de solidaridad: la crisis que vivimos en España, la necesidad de destinar recursos a nuestro propio pueblo, la  atención de los inmigrantes que llegan a nuestra tierra. Pero tales razones no pueden cerrar nuestro corazón a la realidad del mundo que nos rodea y del que todos somos responsables. No debemos hacer compartimentos estancos, pues todos compartimos esa responsabilidad y a todos se nos pedirá cuenta de ella. Cuanto mejor sea el mundo en su globalidad, mejor será nuestro pequeño mundo local; cuanto más caritativo y solidario sea nuestro corazón, habrá más esperanza para aquellos hermanos nuestros, hijos del mismo Padre común, que, estando cerca, a veces los consideramos tan lejanos.
Hagamos nuestro el lema de la campaña de este año: “Un mundo nuevo, proyecto común”. Un mundo de todos y para todos, en el que todos nos sintamos hermanos y responsables los unos de los otros, desde los países desarrollados o en vías de desarrollo, a aquellos otros que  no alcanzan ni los niveles más bajos de subsistencia. Recordemos, a este respecto, algunas afirmaciones de nuestro querido Papa Francisco: “Mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos insistimos en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos «mutuamente a llevar las cargas»”(Evangelii Gaudium,  67)
Hoy, nuestros hermanos de África, América Latina y Asia – continentes de esperanza, aunque en ellos todavía abunden la miseria, la guerra y las desigualdades–, siguen llamando a nuestra puerta, a la puerta de nuestros corazones que, cuando son capaces de responder, lo hacen sin excusa alguna. Cristo nos sigue llamando a través de los que, de cerca y de lejos, siguen sufriendo. Seamos capaces de abrirle la puerta de nuestro corazón diciéndole sí en todos aquellos que nos necesitan.
No quiero terminar, sin agradecer, un año más, a cuantos colaboran en esta magnífica campaña de sensibilización y compromiso: parroquias, voluntarios, socios, colegios, empresas, administraciones públicas, asociaciones, hombres y mujeres de buena voluntad, que, una vez más, dicen sí a este compromiso a favor de los países del tercer mundo. Es el compromiso con el desarrollo, el bienestar y la felicidad de todos los que vivimos en este mundo nuestro, y que Dios nos encomienda cuidar para hacer de él un hogar para todos.
Con mi afecto y bendición.
+ José Vilaplana Blasco,
Obispo de Huelva