martes, 1 de marzo de 2016

POSTURAS CORPORALES EN LA SANTA MISA


“La postura corporal es un signo de la unidad de los  miembros de la comunidad cristiana congregados para celebrar la sagrada Liturgia, ya que expresa y fomenta al mismo tiempo la unanimidad de todos los participantes” (cf. Ordenación General del Misal Romano).

1.- UNIDOS PARA ALABAR AL SEÑOR

Cuando celebramos la Misa, no somos un conjunto de individuos aislados, sino un cuerpo unido que alaba y honra a su Dios; por ello hemos de poner interés en hacer los mismos gestos y decir las mismas palabras de forma simultánea. Es la manera de expresar que tenemos un mismo corazón y una misma alma que quiere elevarse a Dios.
Es importante esforzarnos por vivir la unidad en estos pequeños detalles, porque es un modo concreto de mostrar la unidad del Cuerpo de Cristo en cada celebración.

2.- SIGNIFICADO DE LAS POSTURAS

EN PIE. Es la forma de mostrar nuestra pronta disposición al Señor que nos convoca.

SENTADOS. Es la postura que favorece la escucha y la meditación. Es la actitud del discípulo ante el maestro.

DE RODILLAS. Es muy expresiva de algunas actitudes interiores:

-             Indica humildad ante la presencia de Dios.
-             Muestra explícitamente la adoración interior.
-             Expresa la súplica de la Iglesia que pide el Espíritu Santo.

3.- ¿CUÁNDO SE HACE CADA GESTO?

En pie:
Es la postura primordial en la Misa. Nos ponemos en pie:

-  Al recibir al sacerdote (que hace presente a Cristo Cabeza de la Iglesia).
-    En el cántico del Aleluya antes del Evangelio.
-     En la aclamación a la invitación a la oración: “Orad hermanos para que este sacrificio…”
-          Al concluir la consagración.
-     Cuando se levanta el sacerdote para invitarnos a orar tras la comunión. Así permanecemos hasta que termina la Misa (una vez que se ha retirado el sacerdote).

Sentados:
-       Durante las lecturas que preceden al Evangelio.
-       Durante la homilía.
-       Mientras se preparan los dones en el ofertorio.
-       En los silencios sagrados (tras la homilía y tras la comunión).

De rodillas:
-      Nos debemos arrodillar desde la epíclesis (invocación al Espíritu Santo señalada por la imposición de manos del sacerdote sobre el pan y el vino) hasta el final de la consagración (tras la genuflexión del sacerdote).

Sólo un problema físico (razones de enfermedad, estrechez del lugar, aglomeración de los participantes…) puede justificar no arrodillarse en la consagración. Y los que no pudieran hacerlo son invitados a hacer una profunda inclinación mientras el sacerdote hace la genuflexión después de la consagración.

4.- OTROS GESTOS

En la Misa hay otros gestos, que deben ser realizados con sobriedad:

-      Gesto de la paz: Mediante el mismo tratamos de comunicar la paz que recibimos de Cristo, como don de Dios. No hay que empeñarse en dar la paz al mayor número posible de personas, y no debe distraernos de la comunión que estamos a punto de recibir.
-      Procesión de comunión: De manera ordenada acudimos cantando o en silencio al encuentro del Señor, que se nos da como alimento. Es aconsejable regresar al propio asiento por un camino distinto del utilizado para acercarse al Altar.

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JOLABE


PADRE NUESTRO IV - HÁGASE TU VOLUNTAD

Esta es una nueva entrega del estudio de la Oración del Señor: el Padre Nuestro.

"Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo". En las palabras de esta nueva petición aparecen inmediatamente claras dos cosas: existe una voluntad de Dios con nosotros y para nosotros que debe convertirse en el criterio de nuestro querer y de nuestro ser. Y también: la característica del «cielo» es que allí se cumple indefectiblemente la voluntad de Dios o, con otras palabras, que allí donde se cumple la voluntad de Dios, está el cielo. La esencia del cielo es ser una sola cosa con la voluntad de Dios, la unión entre voluntad y verdad. La tierra se convierte en «cielo» si y en la medida en que en ella se cumple la voluntad de Dios, mientras que es solamente «tierra», polo opuesto del cielo, si y en la medida en que se sustrae a la voluntad de Dios. Por eso pedimos que las cosas vayan en la tierra como van en el cielo, que la tierra se convierta en «cielo».

Pero, ¿qué significa «voluntad de Dios»? ¿Cómo la reconocemos? ¿Cómo podemos cumplirla? Las Sagradas Escrituras parten del presupuesto de que el hombre, en lo más íntimo, conoce la voluntad de Dios, que hay una comunión de saber con Dios profundamente inscrita en nosotros, que llamamos conciencia (cf. p. ej., Rm 2, 15).